sábado, 5 de marzo de 2011
Eres como el viento, o la lluvia. Vienes, dejas tu huella. Muy lentamente te vas acomodando y, tan rápido como llegas, te vas, dejando todo lo de atrás derrumbado, destrozado. Sin importarte nada, ni nadie. Y eso es lo que más duele, que vas haciendo conmigo lo que te apetece. Como las gotas de agua, que deja la lluvia, mojando los cristales, recién limpios. Un puñal que se calva, cada vez que te vas. Dejándome sola, sin nada, indefensa como una ciudad fantasma después de que un terremoto lo arrasara todo. Eres todo, y a la vez nada. Como quisiera olvidar, y hacer como si nada hubiese pasado. ¿Qué querías de mí? Que estuviese así, supongo. Se me hace tan difícil, verte, hablarte, saludarte, y no poder decirte cuanto te quiero. Si solamente por un segundo te pusieras en mi lugar, seria mas fácil. ¿Por qué me haces esto? Soy tan débil cuando te acercas a mí, que todo el mundo se vuelve ajeno a mi persona. Sin importarme nada, luché. No me arrepiento de cada minuto de mi vida, que gaste, pensando en cómo hacerte cambiar de opinión, y que volvieras, y te quedaras. Cada vez, me parezco más a una nena, sola e indefensa que no entiende porque le quitan a su muñeca preferida. Así me dejas vos. Como quisiera meterme en tu mente, y saber si de verdad estas con ella, por estar o por que la queres de verdad, como yo a vos. Bipolar, eso es lo que soy. Tan rápido como viene mi felicidad, de repente, se va. Sin dejar rastro ninguno, como vos. Te quiero tanto, que lo único que puedo pedir es que seas feliz, con ella, sin ella, conmigo o sin mí. Simplemente eso. Feliz. Cuando te fuiste, te llevaste todo lo que nos pertenecía.